sábado, 5 de mayo de 2012


¿Profesores del Siglo XXI o educación despersonalizada?


Vivimos en un período de transición entre una sociedad industrial y una sociedad de la información. Las escuelas tal como las conocemos están diseñadas para preparar a las personas para vivir en una sociedad industrial. Los sistemas de educación preparan a las personas para ocupar un lugar en la sociedad imitando a las fábricas y oficinas de una sociedad industrial.


Diariamente, en todo el mundo, los jóvenes utilizan bicicletas, colectivos, automóviles o trenes para ir a la escuela, exactamente lo mismo que harán más adelante para ir a trabajar. Se supone que tendrán que fichar a una hora concreta y aprenden a trabajar en los pupitres de las aulas que son exactamente iguales a las oficinas de la industria y el comercio. El modo en que se administra el tiempo, en que se dividen las asignaturas para su estudio y en que se organizan las escuelas como burocracias son anticipaciones de la vida después de la escuela.

Cuando suena el timbre al finalizar el día escolar, los alumnos salen corriendo para trasladarse a casa, exactamente igual a lo que hacen los trabajadores de las fábricas y oficinas aproximadamente una hora más tarde.

Una sociedad industrial depende del movimiento físico de las personas y los bienes, de manera que la infraestructura tecnológica fundamental es el ferrocarril, las rutas, el mar y el transporte aéreo y terrestre.

La infraestructura tecnológica fundamental de una sociedad de la información en los albores del siglo XXI, es sin embargo, la red de telecomunicaciones. Para preparar a las personas para vivir en una sociedad de la información, se necesita un sistema educativo que se base en las nuevas tecnologías y no en el transporte.

Hoy en día, si se quiere hablar con alguien que no se encuentra presente, tenemos tres elecciones que representan las diferentes formas de hacer las cosas en una sociedad industrial y en una sociedad de la información: ir a verlo, llamarlo por teléfono ó conectarse a través de la Web incluso y a pesar de la distancia, verlo interactuar en forma simultánea por medio de cámaras y de un monitor.

Ahora bien; en este nuevo escenario social, caracterizado por la presencia de otras agencias de inculcación de significaciones, tales como los medios de comunicación de masas, las iglesias, los sistemas de producción de bienes simbólicos para niños y jóvenes, etc. ¿cuáles son los márgenes de acción de la institución escolar?. ¿Cuáles deberían ser los ejes sobre los cuales se estructuraría la relación docente – alumno – conocimiento?

“La escuela y la educación formal tienen un cierto monopolio en lo que se refiere a la apropiación del saber formal de más alta complejidad. Hay cosas que sólo se aprenden en la escuela. El conocimiento científico, formalizado, objetivado, se aprende en la escuela. Nuestras sociedades también cuentan con un saber acerca de la sociedad que pretende esta nueva cientificidad.”

Es probable entonces que para poner a la escuela en condiciones de cooperar para la formación de sujetos dotados de competencias adecuadas para participar activamente en el mundo del trabajo, no baste con incorporar una serie de contenidos específicos en el currículum escolar. El problema, quizás, es más simple y más complejo al mismo tiempo ya que su resolución supone una transformación radical del conocimiento y de la transmisión del mismo, una nueva relación con la ciencia que circula en la escuela. Un nuevo modo de enseñar a aprehender.

Toda discusión acerca de la escuela, y de la tarea del docente termina allí: no existe transformación que no pase por el docente. Quizá sea aquí donde haya que concentrar todos los esfuerzos y también el grueso de los recursos si se quiere hacer de la escuela una verdadera puerta de ingreso a la ciudadanía y la competitividad.

Tecnología y sociedad

Más allá de todas las discusiones acerca del futuro de la sociedad, donde se suele caer en la dicotomía entre un optimismo ingenuo en la capacidad de progresar hacia la solución de todos los problemas a partir de la potencialidad de las nuevas tecnologías y un pesimismo catastrofista, que augura ya sea el retorno a formas medievales de organización social ó, peor aún , la destrucción de gran parte de las formas de vida actualmente conocidas, existe un consenso general en reconocer el papel central que tendrán el conocimiento y la información.

Este consenso reconoce que el principal factor productivo del futuro no será ni los recursos naturales, ni el capital, ni la tecnología, sino el conocimiento y la información. Este nuevo papel del conocimiento y de la información en la determinación de la estructura de la sociedad está, obviamente, vinculado a los significativos cambios que se han operado en lo que se ha dado en llamar las nuevas tecnologías de la información.
Estas nuevas tecnologías tienen una importante potencialidad de cambio porque permiten acumular enormes cantidades de información, brindan la posibilidad de transmitir dicha información en forma inmediata y permiten superar los límites físicos y espaciales para la comunicación.

La utilización de las nuevas tecnologías ha provocado modificaciones en nuestras categorías de tiempo y de espacio y nos ha obligado a redefinir incluso el concepto de realidad, a partir de la posibilidad de construir realidades “virtuales”. Estos cambios abren importantes problemas e interrogantes de orden epistemológico, cuyo análisis está recién comenzando. Estos cambios en el papel del conocimiento en la sociedad no determinan destinos ya prefijados.

En definitiva, lo único que parece cierto es que si el conocimiento y la información son los principales factores de producción, esto significa que el acceso a las fuentes de producción y distribución de conocimientos y de informaciones será el centro de las pugnas y de los conflictos sociales del futuro.

Es posible sostener que en la evolución reciente de las tecnologías de la información encontramos respuestas a la tensión que existe entre dos aspectos básicos de la evolución de nuestra sociedad: el creciente individualismo y los requerimientos de integración social. Esta tensión entre individualismo e integración explica buena parte de las transformaciones tecnológicas, que tienden a una utilización cada vez más personalizada de los instrumentos y, al mismo tiempo, a un uso más interactivo.

Encontramos aquí dos dimensiones que guiará el análisis, y que están estrechamente vinculadas: el papel de las tecnologías de la información en el proceso de socialización, es decir, el proceso por el cual una persona se convierte en miembro de una sociedad, y el proceso de aprendizaje, es decir, el proceso por el cual la persona incorpora conocimientos e informaciones.


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